Revisión sobre suplementación con creatina: beneficios, mecanismos y riesgos.
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Introducción
La creatina (Cr) es un compuesto nitrogenado derivado de los aminoácidos arginina, glicina y metionina, sintetizado principalmente en el hígado, riñones y páncreas. Su forma fosforilada, la fosfocreatina (PCr), actúa como un sistema de reserva energética celular, particularmente relevante en tejidos con alta demanda energética como el músculo esquelético y el cerebro. Desde su introducción como suplemento ergogénico en la década de 1990, la creatina monohidratada ha sido ampliamente estudiada tanto en poblaciones atléticas como clínicas. La evidencia actual respalda su eficacia no solo en el aumento de masa magra y fuerza muscular, sino también en la mejora de la densidad ósea y en funciones cognitivas como la memoria y la atención. Sin embargo, el interés más reciente radica en sus efectos neuroprotectores y su papel potencial como agente terapéutico en el envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas.
2. Ganancia de masa magra y fuerza muscular
Evidencia y resultados clínicos
Los metaanálisis más recientes (Forbes & Candow, 2024; Stares & Bains, 2020) confirman que la suplementación con creatina (3–5 g/día) combinada con entrenamiento de resistencia aumenta significativamente la masa magra (≈1.1–1.5 kg) y la fuerza muscular, especialmente en el tren superior. Forbes y Candow (2024) analizaron 22 ensayos clínicos y encontraron un incremento medio de 1.18 kg en tejido magro y una mejora del 0.24 en desviaciones estandarizadas en fuerza del tren superior, comparado con placebo. En adultos mayores, Rawson y Venezia (2011) observaron que la creatina potencia las adaptaciones al entrenamiento de fuerza, mejorando la masa libre de grasa y reduciendo la fatiga muscular. Incluso en ausencia de ejercicio, Moon et al. (2013) reportaron mejoras en fuerza y resistencia muscular en ancianos sedentarios.